Con la llegada de la media estación entre el invierno y el verano, llegan los colores más vivos y alegres en reemplazo de las tonalidades más oscuras y cálidas a las que damos preferencia durante los meses más fríos y, a la vez, nos preparamos para dar el paso hacia la viveza del verano.
La transición pasa por todos los aspectos de nuestra vida, desde el guardarropas hasta el menú de almuerzo e, incluso, por la decoración de la casa. Si bien nuestro hogar debiera tener una decoración más bien neutra en términos de estación del año, agregar toques de color para cada época ayuda a acostumbrarse mejor a esos cambios.
Elementos decorativos como cojines, velas y flores sirven para ambientar según la estación del año, apoyándose en los colores distintivos de cada una. Tradicionalmente los tonos pastel han sido los protagonistas de la primavera, pero ahora se estilan tonos un poco más intensos -pero sin llegar al nivel de los colores de verano- como los rosados, verdes y naranjos, apoyados de metalizados que le dan un toque glamoroso a cualquier ambiente.
La idea es imitar los colores propios de la naturaleza en esta época. El blanco es un color que pasa un poco inadvertido en primavera, siendo que es la mejor época para combinarlo con colores más osados.